Artículo por: Carolina Harris.
Parte 1
La mayoría de los padres anhelan que sus hijos aprendan a relacionarse con otros haciendo lo correcto, cooperando, siendo responsables y compasivos. Sin embargo, en la realidad nos enfrentamos a nuestras imperfecciones, desencuentros y conflictos. Lo que a veces no sabemos es que justamente en esos momentos se crea una nueva oportunidad de aprendizaje, sentido de responsabilidad y crecimiento en las relaciones.
Día típico de cansancio parental: intentando ejercer disciplina.
“Recoge tus juguetes ¡ahora!”. “suficiente”. “Si sigues golpeando la puerta, te vas a tu habitación”. El niño comienza a golpear la puerta aún más fuerte. Sientes que pierdes el control y abrumad(o), terminas “cediendo” o “gritando más fuerte”, desconectándote de lo que está sucediendo en ese ambiente.
Probablemente en el afán de educar y ejercer disciplina, más de alguna vez nos hemos visto involucrados en algún incidente como este. A lo largo de los primeros años, nos vamos dando cuenta de cómo los niños pequeños se desregulan y se comportan de formas que no nos parecen tan adecuadas o dejando de cooperar con las normas y límites que definimos.
Todos esos momentos y sus respuestas (por parte de ellos o nosotros) nos conducen a pequeñas “rupturas” y desajustes en la relación. Y a pesar de que el miedo, el uso del poder o el castigo sí pueden tener un efecto en el “hacernos caso” al corto plazo, sabemos que estas medidas se alejan de enseñarles hábitos para tomar mejores decisiones en el futuro.
Para enseñarle a un niño a relacionarse adecuadamente con el entorno a largo plazo, debemos velar por la disciplina amorosamente, acompañando también en momentos donde se transgreden ciertos límites, donde por causas emocionales se hace más difícil seguir una norma o cuando sus desregulaciones provoquen un “daño” o “ruptura” en sus relaciones y su entorno.
No se trata de flexibilizar ciertas estructuras y directrices que son parte del desarrollo del niño, se trata de responder amorosamente también, en estos períodos de “desajuste de la relación” o cuando producto de una desregulación no cooperen ni obedezcan.
Parte 2
La mayoría de los padres anhelan que sus hijos aprendan a relacionarse con otros haciendo lo correcto, cooperando, siendo responsables y compasivos. Sin embargo, en la realidad nos enfrentamos a nuestras imperfecciones, desencuentros y conflictos. Lo que a veces no sabemos es que justamente en esos momentos se crea una nueva oportunidad de aprendizaje, sentido de responsabilidad y crecimiento en las relaciones.
Los niños no tienen por qué ser perfectos, nosotros tampoco lo somos. Para que nuestros niños puedan dejar un impacto positivo en el mundo), necesitan aprender gradualmente a actuar con responsabilidad cuando se equivocan, pero también con autocompasión.
A veces tenemos una impresión errada de que, en las buenas relaciones, la gente se mantiene todo el tiempo en sintonía. Sin embargo, las relaciones sanas y libres de conflictos no existen.
De hecho, se ha estudiado en el vínculo parento-filial que en promedio 70% de las interacciones son fuera de sintonía, incluyendo, por ejemplo; los momentos donde como padres no podemos estar disponibles emocionalmente por una llamada telefónica importante, o aquellas donde un niño no está dispuesto a escucharnos mientras le ordenamos levantar sus juguetes del suelo.
En estas situaciones, debemos siempre recordar que la parte más importante no es el momento de desencuentro, sino la capacidad de reencontrarnos en las interacciones humanas, y que pueden llenar de nuevos significados positivos a las experiencias de desajuste y equivocación.
Por esto, debemos apaciguar esa profunda necesidad de buscar la perfección en la parentalidad y en atribuírsela también a los niños. Podemos tener una mirada más compasiva con nosotros mismos y con el resto.
Cuando un niño pequeño vive con la expectativa de perfección todo el tiempo, no existen las oportunidades para hacer volcar un mal momento en uno bueno. Por el contrario, cuando en la parentalidad, el adulto pone límites en la conducta, pero cuida esta habilidad progresiva del niño para reparar, éste puede sentirse seguro de que sus cuidadores pueden tolerar ese momento de desencuentro, y al mismo tiempo, buscar las maneras de reestablecer la relación y el vínculo nuevamente.
Reparar genera un potencial de cambio y aprendizaje.
Podemos entender desde esta mirada que reparar, en las relaciones humanas, es el acto posterior a un momento de desencuentro, con una resolución positiva que invita al reencuentro. En la vida y en los vínculos, nos coordinamos y descoordinamos todo el tiempo, sin embargo, reparar devuelve la sensación de placer, confianza y seguridad de una relación, e invita al aprendizaje.
Es por eso, que en una relación segura y confiable entre padres e hijos, al reparar, podemos resignificar un momento de enojo de un cuidador, ya no como un abandono o falta de amor, sino como una situación de una emoción intensa en la que puede haber producido un desencuentro y si hubo un daño, éste tiene el potencial de ser reparado. La reparación tiene el poder de cambiar las circunstancias. Proporcionamos un ambiente donde las relaciones son seguras y donde las experiencias difíciles son aceptadas, contenidas y pueden ser enmendadas. Así, poco a poco los niños van internalizando estrategias para enmendar lo que ha ocurrido.
Beneficios de reparar: cimentar las bases del desarrollo socioemocional.
Las interacciones de reparación tempranas moldeadas por los cuidadores, pueden entregar una base para el desarrollo de la regulación de emociones y la conducta, en el proceso en que una experiencia transita “de lo negativo a lo positivo”, como cuando un niño llora por habernos enojado, pero luego logra calmarse al ver que hemos decidido hacernos cargo de la situación y volcarnos a la relación.
Así, cuando en vez de centrarnos en castigos, nos centramos en generar los espacios para que un niño aprenda a reparar, podemos enseñarle a enmendar y tiene la oportunidad de hacerlo mejor la próxima vez.
Por el contrario, cuando nos centramos en avergonzar y rechazar a un niño por su conducta, le enseñamos que no tiene la posibilidad de enmendar su equivocación, porque le hacemos sentir que Él es la equivocación.
Enseñar a los niños, desde el ejemplo del adulto, la habilidad de reparar cuando cometemos errores: 5 pasos para un reparar consciente según Rob Fischer.
La capacidad de afrontar circunstancias difíciles de la vida comienza con la capacidad de resolver las situaciones complejas durante la primera infancia. Es por esto, que podemos ser adultos que enseñemos a reconectar y reparar mediante el ejemplo.
Podemos moldear esta habilidad desde nuestra propia conducta basándonos en 5 pasos, siendo conscientes de cumplir las promesas que les hacemos a nuestros niños.
- Reconocer lo que ha pasado. “Se que te he gritado muy fuerte”
- Sintonizar: Reconocer el impacto en el otro. “Me doy cuenta de que eso puede haberte asustado”
- Disculparse: “Siento haberte gritado así”
- Nuevo aprendizaje: “La próxima vez que necesite que me escuches, intentaré calmarme primero”.
- Enmendar con acciones, palabras, posible tacto: “Voy a abrazarte y darte un beso para que veas que esto ya ha pasado y que podemos estar juntitos de nuevo”.
Referencias:
Biringen Z, Emde RN, Pipp-Siegel S. Dyssynchrony, conflict, and resolution: positive contributions to infant development. Am J Orthopsychiatry. 1997;67(1):4-19. doi:10.1037/h0080207
Kemp, C. J., Lunkenheimer, E., Albrecht, E. C., & Chen, D. (2016). Can We Fix This? Parent-Child Repair Processes and Preschoolers' Regulatory Skills. Family relations, 65(4), 576–590. https://doi.org/10.1111/fare.12213Laroche L. (2019) Mother Infant Interactions can affect emotional connections and learning. Medical News Bulletin
Rob Fisher, MFT: Relationship Trauma explores issues in our intimate, family, friendship, and work relationships as the most common source of trauma, offering practical tools for addressing the symptoms and underlying issues.
Siegel D, & Payne Bryson T.(2015), Disciplina sin Lágrimas. Ed. Grupo Zeta.
Tronick Ed. & Gold M. Claudia (2020) The Power of Discord: The Ups and Downs of Relationships Are The Secret of Building Intimacy, Resilience and Trust. Ed. Little, Brown Spark. New York Boston London.